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¿Cómo normar el uso de las áreas comunes en el Reglamento Interno de Copropiedad?

Las áreas comunes de los condominios pueden ser indicadores muy elocuentes para medir la calidad de vida de quienes habitan un inmueble en propiedad horizontal. Con esto no me refiero a lo lujosos que pueden llegar a ser, si no a su estado de conservación, utilidad y forma de administración.

Una gestión descuidada o ineficiente de las áreas comunes, de parte de los copropietarios como de los administradores, puede tener impactos negativos tanto en las relaciones comunitarias como en el valor de reventa/alquiler de los bienes exclusivos.

Si quieres que el reglamento interno de tu condominio incluya normas que regulen adecuadamente las áreas comunes, sigue los siguientes consejos:

  • Si lo vas a regular hazlo bien. Si decidiste incluir en tu reglamento normas sobre el uso de un área común específica, debes hacerlo de tal forma que integres la mayor cantidad de regulaciones relativas a ese lugar. Por ejemplo, si ya identificaste como un problema la basura en las áreas verdes, también incluye disposiciones sobre las deyecciones de los animales, daño a árboles y jardineras, animales sueltos sin correa, prohibición de consumo de alcohol, entre otras.

 

  • Tómate el tiempo para redactar. Recuerda que el reglamento interno va a ser leído por muchas personas y que necesita ser muy claro para garantizar su eficiente aplicación. Para ello, usa correctamente el lenguaje para identificar los lugares, partes, objetos y acciones sobre las que vas a establecer una regulación. Si existe poca claridad o ambigüedad en tu reglamento, lo más seguro es que la norma será inaplicable, o peor aún, contraproducente.

 

  • Primero lo primero. Si vas a regular un proceso, comienza por el inicio. Por ejemplo, si quieres establecer el proceso de uso/alquiler de la sala comunal, comienza por definir quién es la persona que puede reservar su uso, qué condiciones debe cumplir para acceder a este derecho, horarios de uso, etc. Así, hasta terminar con las sanciones por daños y/o ejecuciones de garantías. Esta forma de redactar ayuda mucho a que el lector vea de forma secuencial las regulaciones a las que está sujeto.

 

  • Antes de normar ponte en el lugar del normado. A veces la intención de querer que todo sea perfecto o que funcione como un reloj hace que establezcamos regulaciones poco ejecutables. Para evitar esto, haz un juego de roles e identifica qué se puede regular sin afectar la eficiencia del proceso o el acceso al bien común.
  • A veces la mejor regulación es que no haya regulación. Cuando estás redactando tu reglamento interno y te das cuenta de que no avanzas porque caes en un bucle sin fin, es mejor dejarlo ahí. No te desesperes y replantea lo que quieres normar. En ocasiones, quitar el exceso de regulación es una mejor alternativa. Recuerda que tu objetivo es crear un reglamento interno y no una camisa de fuerza.

El reglamento interno es una herramienta muy útil para regular las áreas comunes. Sin embargo, el cambio de actitud sobre estos es la mejor forma de cuidarlos.

Abg. Jonathan Gómez – Coordinador de producto