¿Por qué es importante implementar buenas prácticas dentro de los condominios?
Pagar a tiempo las expensas, respetar el uso de los parqueaderos de otros vecinos, no colgar ropa en las ventadas del edificio; todas estas acciones, si bien ayudan a que la convivencia sea más llevadera dentro del condominio, no se constituyen en buenas prácticas. Son, únicamente, el cumplimiento más básico y elemental de la norma que regula a la propiedad horizontal.
Cuando hablamos de buenas prácticas dentro de los condominios nos referimos a aquellas actividades replicables, positivas y sostenibles que los copropietarios, administradores y directivos ejecutan dentro del marco legal y que satisfacen necesidades colectivas a partir de la organización y trabajo comunitario.
La implementación de buenas prácticas de convivencia en condominios es de vital importancia para fomentar un ambiente armónico y satisfactorio para todos sus residentes. Estas prácticas promueven el respeto mutuo, la tolerancia y la empatía, creando un sentido de comunidad sólido y fortalecido. Además, se fomenta un ambiente en el que cada individuo se sienta valorado y parte integral de la comunidad, contribuyendo así al bienestar general y a la armonía colectiva.
A propósito de este tema, la semana pasada, en Quito, se llevó a cabo el evento de premiación de la Segunda Edición del Reconocimiento Buenos Vecinos a las Buenas Prácticas de Convivencia. Esta iniciativa, organizada por Fundación Bien-Estar, busca premiar y difundir las buenas prácticas ejecutadas en condominios, conjuntos habitacionales y urbanizaciones, que evidencien una adecuada gestión organizativa, administrativa y la promoción de una buena convivencia y cuidado ambiental.
En esta edición, el ganador del primer lugar en la categoría “Buenas prácticas financieras y administrativas” fue el Conjunto Habitacional La Mena por su proyecto de brigadas de seguridad. A su vez, el primer lugar en la categoría “Buenas prácticas en organización comunitaria y cuidado ambiental” lo obtuvo la Manzana 26 de Ciudad Bicentenario por su proyecto “Comuna Verde”, que consiste en la construcción de un huerto urbano orgánico y comestible. Las dos prácticas fueron las ganadoras por ser sostenibles, replicables y haber impactado positivamente en la calidad de vida de los vecinos.
Estas buenas prácticas son un claro ejemplo del poder transformador de la organización comunitaria. Sin importar el tamaño de la comunidad ni de los retos que esta enfrenta, el primer paso para lograr una mejor calidad de vida de sus integrantes es entender que el cambio solo depende su decisión y compromiso colectivo.
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